Análisis de la Caperucita Roja - ¿Víctima o "femme fatale"?


Muchos cuentos de hadas contienen advertencias y, en el caso de la Caperucita Roja, su lección es tan pertinente hoy día como lo era hace siglos. Y es que el cuento de la Caperucita Roja es una forma excelente de inculcar a los más pequeños un importante mensaje: “Niño, no hables con desconocidos”. Una enseñanza que, por desgracia, seguirá siendo importante hasta que la sociedad humana se vuelva completamente segura para los más vulnerables.

Sin embargo, yo creo que el cuento de la Caperucita Roja también contiene lecciones muy valiosas para los más mayorcitos, pues este cuento se presta a interpretaciones complejas y muy poco infantiles. Para llegar a estas interpretaciones “escondidas”, hay que prestar atención al posible simbolismo de los diferentes elementos que aparecen en el cuento.


Obra de Jessie Willcox Smith

El primero y más llamativo es, sin duda, la capucha roja de nuestra protagonista. El rojo puede interpretarse como símbolo de madurez, pues es el color asociado a la “fruta madura”. Además, en este contexto de peligro hacia las chicas jóvenes, el rojo puede interpretarse concretamente como madurez sexual.

Siguiendo esta última interpretación, el lobo no sería un depredador cualquiera, sino un depredador sexual. Pero el cuento de la Caperucita Roja también puede interpretarse como una admonición moralista contra el libertinaje sexual. Las versiones del cuento de Charles Perrault y de Andrew Lang refuerzan considerablemente esta interpretación pues, en estas versiones, la caperucita se mete desnuda en la cama con el lobo. Un lobo que tiene grandes “piernas”, no “patas”.


Sin embargo, la madurez simbolizada por rojo puede entenderse no sólo como madurez sexual, sino como “la entrada en el mundo de los adultos”. De hecho, muchos investigadores creen que el cuento de Caperucita Roja procede de un antiguo ritual de iniciación a la edad adulta, tras el cual la niña se convertiría en mujer. Según esta interpretación, el cuento nos advertiría no sólo de los peligros sexuales, sino de todos los peligros propios de la vida adulta.

Así pues, el lobo no sería solo un depredador sexual, sino que simboliza a todos aquellos que se “comen” a los demás por supervivencia o por puro capricho: ladrones, asesinos, secuestradores, tiranos, déspotas… No sólo eso, el lobo, vestido de mujer anciana y enferma, podría simbolizar el peligro definitivo, el peligro a quien nadie ha logrado vencer: la muerte.


Sin embargo, el color rojo también simboliza peligro, fuerza y pasión, y es la misma caperucita quien lleva este color. Así pues, el cuento no sólo advierte contra los peligros de la madurez, sexual o general, sino que también, con sutileza, nos invita a abrazarlos. El mundo es duro y peligroso, pero nosotros también podemos serlo. Si somos fuertes y apasionados, podremos prosperar en este mundo temible y lleno de todo tipo de depredadores.

Curiosamente, son bastante frecuentes las “reinterpretaciones” del cuento que presentan a la caperucita como una mujer sexualmente liberada o como una poderosa mujer-loba de aspecto aparentemente inofensivo. Tal vez porque, como acabamos de exponer, esta interpretación del simbolismo del color rojo podía haber formado parte del cuento original desde el principio.

Otro elemento significativo de la Caperucita Roja es el momento en que es comida, o casi comida, por el lobo pero luego es salvada por el cazador, el leñador o la lavandera. Aunque no en todas las versiones está presente este elemento, pues en algunas versiones, como la de Perrault o Lang antes comentadas, el cuento acaba en el momento en que Caperucita es comida por el lobo.

Parece que estas dos versiones del cuento se centran tanto en la advertencia contra el mal y la depravación sexual que, deliberada o accidentalmente, arruinan unas posibles interpretaciones del cuento muy mitológicas e, incluso, religiosas.

En las versiones del cuento que relatan cómo Caperucita Roja sobrevive al lobo, la forma de salvación más conocida es la ayuda de un leñador o cazador, que saca a Caperucita Roja del interior de la barriga del lobo.


Ilustración de Walter Crane

El motivo del héroe comido por un monstruo no sólo es habitual en los cuentos de hadas, como en “Pinocho” o el cuento de “Los siete cabritillos”, sino que también es bastante frecuente en diferentes mitologías y religiones del mundo: el Cuervo de la mitología inuit, Jasón, uno de los doce profetas del Antiguo Testamento, el héroe griego Heracles, llamado Hércules por los romanos, etc.

De hecho, casi todos los dioses grecorromanos fueron comidos por su padre, o aprisionados en el vientre de su madre. Incluso Zeus, a quien su padre Cronos quería comerse, acabó repitiendo el error de su padre al comerse a su primera esposa, Metis, mientras la susodicha estaba embarazada de Atenea. Ni siquiera ser la diosa de la astucia te salva de ser fastidiada por Zeus… Pobre Metis.

Este hecho de ser “comido” por una generación anterior puede interpretarse como una metáfora de una sobreprotección o control excesivos. Recordemos que la Caperucita fue comida por el lobo mientras éste estaba vestido como su abuela. Controlar demasiado a los hijos, o nietos, sin dejarles experimentar o tomar decisiones de forma independiente, puede resultar muy perjudicial para ellos, sin importar que la motivación sea la envidia, como en el caso de los dioses griegos, o el miedo a que les suceda algo malo.

Además, se puede relacionar la historia de la Caperucita Roja con explicaciones mitológicas del ciclo del día y la noche, de los eclipses, etc. Siguiendo este razonamiento, el cálido color rojo de la caperuza de nuestra protagonista  simbolizaría al sol, la fuente de calor por antonomasia, lo que emparentaría este cuento con la mitología nórdica y el sintoísmo japonés. Y es que, ciertamente, hay algunas similitudes interesantes entre el cuento de la Caperucita Roja y las historias de las diosas solares de estos dos panteones.


Fotografía de Sarka Jonasova

En la mitología nórdica, la deidad del astro rey se llama Sól. Aunque se escriba y pronuncie de forma muy similar a la palabra “sol” en español, Sól es una figura femenina en la mitología nórdica. Durante el Ragnarok, es decir, el ocaso de los dioses, Sól será comida por un lobo llamado Sköll, o por el igualmente lupino padre de éste, el mismísimo Fenrir.

Por su parte, la diosa del sol japonesa, llamada Amateratsu, no es comida por ninguna bestia, sino que es la crueldad de su hermano Susanowoo, dios de las tormentas, lo que la lleva a esconderse dentro de una cueva. Es decir, dentro del “vientre” de una montaña. Desprovistos de la valiosa luz solar de Amateratsu, los otros dioses tratan desesperadamente de sacarla de esa cueva con diversas triquiñuelas y estrategias, como el leñador o el cazador intentan salvar desesperadamente a Caperucita roja. Y, al igual que en las versiones más optimistas del cuento de la Caperucita, la diosa solar finalmente sale del lugar donde estaba encerrada.

Este motivo mitológico del héroe que “vuelve a la vida” suele interpretarse como un símbolo de cambio y renovación. El héroe se enfrenta cara a cara con la muerte y, tras esta experiencia traumática, renace convertido en una mejor versión de sí mismo. En el caso de la Caperucita Roja, una versión de ella misma más sabia y difícil de engañar. Y no hay que olvidar a la abuelita.

De hecho, al final del cuento recogido por los hermanos Grimm, la Caperucita Roja y su abuela son quienes engañan a otro lobo y le dan muerte. Todo en defensa propia, claro.

Sin embargo, no en todas las versiones del cuento la Caperucita Roja es comida por el lobo. En algunas versiones, nuestra protagonista se da cuenta a tiempo del engaño del lobo, por lo que logra escapar antes de ser comida. También hay una versión del cuento en la que el gorro que la abuelita regala a nuestra protagonista, que no es exactamente rojo sino “coloreado de oro y de fuego”, resulta ser un talismán mágico que quema las fauces el lobo, impidiendo que se coma a Caperucita.



Pero, normalmente, Caperucita escapa con la ayuda de terceras personas. El cazador y el leñador son los salvadores más conocidos, pero también hay una versión en la que una lavandera salva a Caperucita. La lavandera extiende una tela tensa a través del río para que la niña pueda atravesarlo, una tela que destensa cuando el lobo intenta pasar por ella en persecución de Caperucita, ocasionando que el malvado depredador se caiga en el río y muera ahogado.

Esta versión del cuento, en la que aparece la lavandera, es sorprendentemente similar a la historia del Antiguo Testamento de Moisés y el pueblo judío cruzando el Mar Rojo, el cual se cierra a su paso ahogando al malvado faraón y sus tropas.

Y es que este elemento de la persecución del héroe es también muy habitual en todo tipo de leyendas y mitologías. El héroe sobrevive a su experiencia con la muerte y, al intenta volver al “mundo normal”, portando el “elixir mágico” obtenido, es perseguido por una fuerza represora. Escapar de esta fuerza simboliza que el héroe ha tenido éxito a la hora de compartir su “regalo” con el resto del mundo.

No es muy claro cuál es el regalo que Caperucita regala al mundo, pero me gusta pensar que el regalo es su propia presencia en él. Sin duda, para todos aquellos que quieren a la Caperucita Roja, el regalo más valioso que puede ofrecerles es el seguir con vida.


Ilustración de Arthur Rackham

Aún queda un elemento que quiero destacar, y se trata de los engaños y mentiras de los que hace uso el lobo para conseguir sus objetivos. El lobo no se come a Caperucita en el bosque, sino que le engaña para que le diga donde vive su abuelita y la tienta a que se salga del camino, dando un rodeo por medio del bosque. También engaña a la propia abuelita, haciéndole creer que es su adorable nieta y, finalmente, engaña a la Caperucita Roja haciéndole creer que él es su querida abuelita.

En mi opinión, el peculiar comportamiento del lobo se debe a que el cuento quiere transmitirnos un mensaje muy concreto: el mal no resulta siempre fácil de ver.

El lobo finge ser amigable con la Caperucita Roja y luego se hace pasar por su abuelita enferma, alguien que no sólo es una persona cercana a la Caperucita, sino que también es alguien a quien se considera demasiado frágil para suponer amenaza alguna. Su táctica es la misma con la abuela, le hace creer que él es su agradable y adorada nieta. A su modo fantasioso e inverosímil, el cuento quiere hacernos ver que, en ocasiones, los peores peligros se esconden detrás de personas y cosas que fingen ser cercanas e inofensivas.


Ilustración de Harry Clarke

Pero no hay que asustarse demasiado, puede que el mundo esté lleno de lobos que fingen ser nuestros amigos, pero también está repleto de leñadores, cazadores y lavanderas, que están verdaderamente dispuestos a echarnos una mano. Además, no debemos olvidar que somos lo bastante fuertes como para sobrevivir dentro del estómago de cualquier bestia. Siempre y cuando se trate de una bestia metafórica, claro.

Decidme, ¿qué opináis del cuento de Caperucita roja? ¿Os gustan más las versiones en la que Caperucita es castigada por su exceso de “familiaridad” con el lobo? ¿O preferís las versiones en las que Caperucita escapa in extremis del peligro? Cualquier cosa que queráis decir acerca de este cuento, sentiros libre de escribirla en los comentarios de este post.


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