Análisis de la Cenicienta - ¿Qué tienen en común la Cenicienta, Frodo Bolsón y John Wick?
Mensaje preliminar: Supongo que la mayoría de personas que entren a este blog conocerán el cuento de la Cenicienta gracias a Disney, pero dejaré unos enlaces por si alguien quiere leer versiones más antiguas del cuento antes de leer mi análisis:
Cenicienta de Charles Perrault: https://es.wikisource.org/wiki/La_Cenicienta_(Perrault)
Cenicienta Hermanos Grimm: https://es.wikisource.org/wiki/La_cenicienta_(Grimm)
Versión china: https://fraguandoleyendas.blogspot.com/2021/02/ye-xian-la-pariente-china-de-la.html
La Cenicienta es un cuento con muchas variantes alrededor
del mundo. Hay varias cenicientas griegas, una cenicienta maltesa, una
cenicienta china, una cenicienta vietnamita… Si os gustan los cuentos de hadas,
os invito que investiguéis algunas de las variaciones, pues ver los abundantes
puntos en común de estas historias, tan distantes en el tiempo y el espacio,
resulta verdaderamente fascinante.
Este cuento puede considerarse muy icónico y representativo
del género fantástico y de aventuras. Como veremos con un poco más de detalle
más adelante, es muy común el arquetipo del ayudante sobrenatural, que ayuda
desinteresadamente a un héroe para recompensar su buen carácter. Los héroes que
sufren familias o circunstancias injustas y abusivas son también muy comunes en
todo tipo de historias, pues suelen
despertar fácilmente la compasión de los lectores o espectadores.
Aunque la Cenicienta sea muy popular, en el más amplio sentido de la palabra, también tiene muchos detractores. Muchas personas interpretan su impasibilidad ante el abuso sufrido como patética, o critican el hecho de que su final feliz sea casarse con un príncipe, un faraón, un emperador... En resumen, casarse con un hombre poderoso.
Con respecto al primer punto, no podría estar más en desacuerdo. La Cenicienta es una niña vulnerable sin medios de independencia económica. No puede, simplemente, mandar a tomar el fresco a su familia, pues sólo conseguiría acabar en la calle y, como consecuencia, morir de inanición, hipotermia, insolación… Hay muchos modos de morir cuando eres joven, vulnerable y no tienes dinero.
Lo único que puede hacer la Cenicienta es resistir las
desgracias con dignidad, y eso lo hace admirablemente.
Y, aunque ha sufrido durante años los abusos y negligencia
de los adultos que, supuestamente, debían protegerla, la Cenicienta es capaz de
confiar en el Hada madrina y aceptar su ayuda, o de abrir su corazón a un pájaro
o pez mágico.
La Cenicienta no tiene ningún poder material, pero tiene una
inmensa fortaleza mental y ética. Eso es lo que, en cierto sentido, la hace heroica.
En cuanto a la crítica del príncipe como salvador, es
innegable que este aspecto de la Cenicienta tiene connotaciones indeseables
desde un punto de vista de la igualdad de género. Pero también es innegable
que, durante los años en que se fue transmitiendo este cuento, era
prácticamente inconcebible que una mujer sin medios consiguiese independencia
económica si no es a través de un buen casamiento.
Por tanto, en la mentalidad y contexto socioeconómico de
esas épocas, lo mejor que le podría pasar a una mujer era casarse con un hombre
rico y poderoso que, además, estuviese muy enamorado de ella y le tratase con
enorme deferencia. Digamos, tan
enamorado como el príncipe de la Cenicienta, que está dispuesto a buscar por
todo el país a su amada sin más pista que un zapato.
Ilustración de Sarah Noble Ives.
Si se adaptase la historia a tiempos más modernos, tal vez
el final de feliz de la Cenicienta no fuese casarse con el príncipe. Tal vez, a
nuestra Cenicienta moderna le gusta cantar, por lo que su final feliz sería
vender un montón de discos y usar el dinero para irse de casa. O podría ser que
a nuestra Cenicienta le guste el fútbol, y su final feliz fuese convertirse en
jugadora profesional y, por qué no, ganar la copa del mundo junto a sus
compañeras: su nueva y mejorada familia.
En conclusión, en lo que respecta al final feliz de nuestra
Cenicienta, el príncipe es lo de menos. Lo importante es que la Cenicienta
consigue alejarse de su familia abusiva y, en algunas versiones, reparar la
relación con sus hermanastras. Es decir, su final feliz es alejarse de las
personas que le hacen daño, solucionar las cosas con quien puede y conseguir un
nuevo hogar donde es querida y respetada.
Hoy día, las mujeres tienen muchas más posibilidades para conseguir independencia y autorrealización, lo que debería reflejarse en las reinterpretaciones del cuento original. Por desgracia, la mayoría de las versiones modernas de Cenicienta, sobre todo si la protagonista es mujer, se concentran en el romance con el hombre como principal final feliz de la Cenicienta lo que, en estos tiempos modernos, no tiene ninguna “excusa”.
Por tanto, el aspecto más importante de la Cenicienta no es
el matrimonio con el príncipe, sino conseguir el éxito personal a pesar de las
dificultades, sacando fuerzas de flaqueza.
Algunos elementos parecen actuar como símbolos que refuerzan estas ideas.
Por ejemplo, el mote de la “Cenicienta” podría tener un significado simbólico importante.
Aunque la ceniza no sea más que suciedad inútil para las
orgullosas hermanastras, el pueblo llano usa la ceniza de los rastrojos para
fertilizar sus campos. Es decir, en el cuento de la Cenicienta, la ceniza
podría representar la fertilidad y la regeneración. De hecho, la ceniza es
parte importante de muchos rituales paganos de todo el mundo, incluidos algunos
muy españoles que se realizan en la noche de San Juan.
En la versión china del cuento, que compartí en este blog hace poco, también se alude a esta idea de regeneración, sin embargo, se alude
a este concepto con un elemento distinto: el amigo pez de Ye Xian, cuyos huesos,
dejados tras ser cruelmente matado por la madrastra de Ye Xian, tienen
increíbles poderes mágicos.
Así pues, la ceniza y los huesos del pez podrían simbolizar
una idea similar: la fuerza de voluntad que nos impulsa a seguir reinventándonos
y creciendo como personas, a pesar de las numerosas dificultades.
Otro elemento, más común, es el zapato perdido. Ya sea
un zapato de fiesta dorado, de cristal o una simple sandalia, este zapato
presenta siempre una característica muy importante: sólo le queda bien a la
protagonista del cuento. Por mucho que otras muchachas, tras llevar a cabo todo
tipo de dolorosas amputaciones, intenten
meter su pie en el zapato, al final se descubrirá el engaño. Quién ha
conquistado el corazón del príncipe es la Cenicienta, y nadie más puede ocupar
su lugar.
El zapato simboliza que, por mucho que todos en su entorno
la hayan denostado y menospreciado toda su vida, la Cenicienta es una persona
especial, inimitable e insustituible. Aunque muchas personas la odien con
pasión, eso no cambia el hecho de que la Cenicienta es una persona digna de
respeto y admiración, que merece ser feliz y cuyo lugar en el mundo nadie más
puede ocupar.
Ilustración de Hanz Printz.
Por último, otro elemento emblemático de este cuento y sus variaciones
es el ayudante sobrenatural. Aunque sea el blanco de malvadas injusticias o, tal
vez, precisamente porque sabe el sufrimiento que causa el odio injustificado,
la protagonista de este cuento intenta hacer el bien y tratar amablemente a los
demás. Y esto le granjea la simpatía de seres muy poderosos.
Esto último elemento tiene evidentes connotaciones
moralistas y religiosas. Si te portas bien serás recompensado por Dios, o por
tus ancestros, o por otro tipo de poder superior. Pero, ¿y si interpretásemos
al ayudante mágico no como un elemento externo y ajeno a la protagonista, sino
como una manifestación externa de un elemento interno?
Ilustración de William Henry Margetson.
Es decir, tal vez el ayudante mágico no sea enviado por un
poder superior externo, sino que es la “personificación” de un poder interno.
El cuento da a entender que la bondad de su protagonista causa la aparición al
ayudante sobrenatural. Por tanto, el ayudante sobrenatural puede interpretarse
como un símbolo que personifica las buenas cualidades de nuestra protagonista.
En cualquier caso, si la Cenicienta no fuese tan buena y honrada, los ayudantes
mágicos no la ayudarían. Lo que significa que este cuento no sólo es uno de los
ejemplos más antiguos de mentor externo, sino también de la variante más moderna
y sutil: el mentor interno.
Los protagonistas tienen algún tipo de guía en casi todas
las historias. Y no digo todas por cubrirme las espaldas, no porque conozca
algún ejemplo. El ejemplo de mentor más evidente y fácil de reconocer es el
anciano o la anciana que con su sabiduría guían al héroe. En el caso del cuento
que nos ocupa, el mentor externo serían el Hada madrina, los pájaros o el
espíritu guardián.
Como el Hada madrina de Cenicienta, Gandalf es otro ayudante mágico muy icónico y bien conocido.
Incluso en historias donde no haya un mentor externo, es
probable que el protagonista tenga un código moral que le ayuda a tomar
decisiones y a saber qué hacer en cada momento. En este último caso, este
código moral es el “mentor interno” del protagonista. En el cuento de la
Cenicienta, el mentor interno es su férreo código moral, que hace que los mentores
externos quieran ayudarla.
Por tanto, la Cenicienta es un caso curioso, porque el
mentor externo, o ayudante mágico, es consecuencia, o tal vez símbolo, del
mentor interno, es decir, el buen corazón de la protagonista.
Pero la Cenicienta no es una chica perfectamente obediente.
En la versión del cuento de Charles Perrault, y en la versión cinematográfica
de Disney, el Hada madrina hace una advertencia a la Cenicienta: debe volver
antes de la medianoche. Sin embargo, la Cenicienta se divierte tanto en la
fiesta que, al llegar la hora límite, ella aún no se ha marchado. Al darse
cuenta de esto, sale corriendo pero, en su descuido, pierde un zapato.
En muchas otras historias, la Cenicienta habría sido
duramente castigada por su desobediencia. En este cuento, en cambio, la
consecuencia de no respetar al pie de la letra el límite impuesto es
ciertamente positiva. Gracias a haber perdido el zapato en su carrera, el
príncipe puede encontrar a nuestra protagonista.
Aunque la historia, en un nivel superficial, parezca
encomiar la obediencia y sumisión de la Cenicienta, este elemento lo desmiente
totalmente. Esta versión del cuento parece decir que es bueno ser generoso,
compasivo y amable, pero no pasa nada por saltarse un poco las normas. Siempre
que te haga feliz y no hagas daño a otras personas, cualquier cosa está
permitida. Incluso saltarse el toque de queda de tu hada madrina.
Ilustración de la Cenicienta por Anne Anderson.
Pero aún queda algo más que comentar acerca del ayudante
mágico de Cenicienta, y es la relación de este ayudante mágico con la madre. Ya
sea un pez o un pájaro, el ayudante mágico aparece después de que nuestra
protagonista honre la memoria de su madre. Incluso el “Hada madrina” es
precisamente eso, una “madrina”. En otras palabras, una figura materna. Incluso
el mentor interno, la bondad de nuestra protagonista, es algo que, en muchas versiones del cuento, se nos dice que la protagonista ha heredado de su madre.
Siguiendo con el tema de los progenitores de la
protagonista, no hay que olvidar que, por mucho que la madrastra y las
hermanastras sean participantes activas en el sufrimiento de nuestra
protagonista, el padre de Cenicienta es un cómplice pasivo. Debido a su
carácter cobarde, o indolente, no hace nada por proteger a su hija de su nueva esposa.
Y no, estar muy enamorado no es excusa para permitir que maltraten y esclavicen a tu hija.
Ilustración de Harry Clarke
Así pues, el cuento, aunque sólo sea en este sentido, es bastante
igualitario. Tenemos una figura masculina positiva, el apuesto príncipe o el misterioso anciano que ayuda a Ye Xian, y otra negativa, el inútil del padre de
Cenicienta. Pero también tenemos figuras femeninas negativas, la malvada
madrastra y sus dos vanidosas hijas, al igual que figuras femeninas positivas,
Cenicienta, su madre y, en algunas versiones, también el Hada madrina.
Ilustración de la Cenicienta por Darstellung Von Alexander Zick. Sí, su nombre es muy difícil de recordar, pero dibujar dibuja muy bien.
Hay un último elemento simbólico que me gustaría comentar.
En la primera versión griega, protagonizada por Ródope, un águila entrega el
zapato de la Cenicienta al faraón. Y en la versión de Aspasia, ésta sueña con
una paloma, pájaro asociado a la diosa del amor Afrodita, que se transforma en
mujer y le obsequia con inestimables consejos de belleza. Esta águila y esta
paloma podría ser una predecesora de los pájaros que ayudan a Cenicienta en la
versión de los hermanos Grimm.
Debido a su capacidad de volar por encima de los obstáculos que
se encuentran a nivel del suelo, los pájaros simbolizan la libertad. En muchas
culturas, además, el cielo simboliza el paraíso divino y, por tanto, la
divinidad misma. Por tanto, las aves pueden simbolizar también la esperanza de
alcanzar el paraíso, así como el espíritu humano o el mismo espíritu divino. La
Cenicienta gana su libertad y felicidad gracias a la pureza de su “espíritu”,
así que la elección del pájaro como símbolo, encarnado en sus ayudantes
mágicos, me parece muy interesante.
Eso no quita que los ratones de la versión de Disney sean muy monos. Además, los ratones de Disney no le arrancan los ojos a nadie, al contrario que los pájaros de la versión recogida por los hermanos Grimm.
Por otro lado, me gustaría comentar que también existen los
“Cenicientos” hombres. Incluso las “cenicientas” y “cenicientos” de moralidad
ambigua. Un ejemplo, bastante reciente y muy friki, es el personaje del anime Vindland Saga, apodado “Askeladd”. Dicho apodo viene de Aske, “ceniza”, y Ladd,
“muchacho”. Si habéis visto la serie,
sabréis que Askellad no es ningún santo...
Imagen del susodicho “Askellad”, en realidad llamado “Lucius Artorius Castus” por su madre. Y sí, lo has adivinado, su madre murió cuando él era muy pequeño.
Si abres tu mente, te darás cuenta de que el tema de la
Cenicienta es bastante universal. A la gente le encantan las historias donde el
“débil” derrota al “poderoso”. Esto se refleja en las películas de acción de
forma muy visual: si te fijas, el protagonista casi nunca es más grande y corpulento que sus enemigos y, con enorme frecuencia, debe hacer frente a
situaciones en las que sus oponentes le superan grandemente en número.
Como la Cenicienta, John Wick consigue sobrevivir en condiciones tremendamente adversas. Por cierto, si no lo digo reviento: Baba Yaga, el apodo que recibe John Wick, es un personaje folclórico ruso similar al hombre del saco, sí, pero a veces también decide ayudar al héroe del cuento en vez de fastidiarle. Además, la Baba Yaga es una especie de bruja y, por tanto, un personaje femenino. A mí, personalmente, me resulta fascinante que un personaje como John Wick, que tiene cualidades tan típicas de "macho" como la fuerza, el valor y los conocimientos marciales, reciba un mote tan femenino. Pero algo me dice que este comentario de género no es intencionado...
Así que, sea cual sea la historia que te interesa o que
estás escribiendo: una historia de fantasía, de acción, de detectives,
histórica, romántica, costumbrista… lo más seguro es que haya alguna similitud
con el cuento de la Cenicienta por algún lado. Por tanto, conocer mejor este
cuento te ayudará a conocer mejor muchas otras historias. Así que no cometas el
mismo error que la madrastra malvada y sus egocéntricas hijas. No subestimes el
poder de la Cenicienta.
Pero decidme, ¿qué opináis vosotros? ¿Creéis que la
Cenicienta debería haberse fugado de casa? ¿O tal vez debería haber liquidado a
todo el mundo? ¿Os gustaría que una paloma se os apareciese en sueños y os
diese consejos de belleza? ¿O tal vez preferís los huesos mágicos que conceden
deseos de Ye Xian, la Cenicienta china? Cualquier cosa que queráis decir,
podéis dejarla en los comentarios.
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