Héroes y protagonistas
El concepto de “héroe” y el concepto de “protagonista” están íntimamente ligados. Y es que, en lo que respecta al mundo de las obras de ficción, estos dos términos se suelen usar de forma intercambiable. Aunque los protagonistas de muchas obras de ficción no sean especialmente admirables siguen siendo, técnicamente, los héroes de sus historias.
Al menos, así lo considera la RAE, que incluye esta acepción de la palabra héroe:
¿Veis? No os estoy mintiendo.
Estemos de acuerdo o no con esta definición de héroe, es algo que no debería extrañarnos. Pensemos en los protagonistas de las primeras historias que han llegado hasta nuestros días, como la Ilíada, el Ramayana, el Poema de Gilgamesh, etc. Los protagonistas de estas obras no sólo eran personajes de una historia, eran también héroes venerados en sus respectivas culturas.
Esta tendencia se prolongó en el tiempo, pues la Iglesia
Católica hizo algo bastante similar. Para inspirar a los fieles a ser más beatos, difundió historias
acerca de santos que, aunque no siempre fuesen guerreros, sí que eran
considerados el culmen de la virtud y, por tanto, de la heroicidad.
Aunque este proceso de convertir personas en ídolos pueda
parecernos algo arcaico e irracional, lo cierto es que continúa en nuestros
días. Los actores de Hollywood, los deportistas de élite, los cantantes famosos…
son los ídolos de masas de la cultura actual. Y cualquier obra que informe
acerca de ellos genera mucho interés. Y beneficios económicos.
En lo que respecta a las obras de ficción actuales, hay una
mayor variedad de tipos de héroes y protagonistas. Por supuesto, aún siguen
existiendo los héroes de cualidades
extraordinarias típicos de las obras épicas antiguas. Los superhéroes son sus
herederos modernos más conocidos. Sin embargo, los protagonistas de ficción
actuales no sólo son guerreros poderosos, sabios profetas o bondadosas
princesas, como en las historias clásicas, sino también profesores dedicados,
amantes cariñosos o profesionales íntegros.
La relación entre superhéroes de cómic y héroes mitológicos es tan estrecha, que varios creativos de Marvel se basaron directamente en Thor, un dios de la mitología nórdica, para crear a un nuevo superhéroe.
Para concluir con esta reflexión acerca de la relación
héroe-protagonista, es importante señalar que el personaje principal de una
historia no es el único que puede mostrar características consideradas heroicas.
En una misma trama, con un solo protagonista, pueden aparecer muchos héroes
distintos. Hasta los personajes que parecen más insignificantes pueden realizar
importantes hazañas, habitualmente con el propósito de ayudar al héroe
protagonista.
El héroe eterno y universal
Los héroes son tan variados como las culturas, o
subculturas, que los veneran. El héroe de una historia, ya sea de forma
deliberada o no, de forma directa o indirecta, refleja los valores de la
cultura que lo ha creado. O, por lo menos, del individuo que vive en dicha
cultura. Pero, ¿hay alguna cualidad universal que diferencie a los héroes, sin
importar la época o la cultura?
Muchos parecen pensar que esta cualidad universal del héroe
es el auto-sacrificio. Pero debo decir que yo no estoy de acuerdo con esta
opinión. Personalmente, opino que el sacrifico de cualquier clase es una
tragedia, no una característica heroica en sí misma.
Por supuesto, no siempre es fácil para el héroe conseguir
sus admirables objetivos, por lo que no es extraño que los héroes tengan que asumir
un gran riesgo o esfuerzo. Pero, aunque estos riesgos y esfuerzos añadan mucho interés
a las historias de ficción, no creo que sea lo que convierte a un personaje en
héroe.
Además, esta concepción del héroe como aquel que se
sacrifica por los demás se vuelve muy peligrosa al aplicarla al mundo real. En
un mundo ideal, nadie debería tener que sacrificarse. Deberíamos ayudarnos los
unos a los otros, sin que nadie tenga que renunciar a su felicidad. Lo ideal es
que los héroes de la vida real puedan realizar su labor tranquilamente, sin
tener que hacer frente a ningún tipo de “aventura arriesgada”.
Por otro lado, algunos consideran la excelencia, las
cualidades y habilidades excepcionales, como la característica definitoria de
un héroe. Desde este punto de vista, es más fácil comprender por qué los
atletas de élite y los artistas destacados son tan venerados. Así que lo importante para muchos no es que "sólo dan
pataditas a un balón", o "ponen muecas delante de una cámara", o "entonan canciones
cursis". Lo importante es que sus fans consideran que son los mejores en lo que hacen.
No obstante todo lo anterior, puede que lo que diferencie verdaderamente
a un héroe, sobre todo en el caso de un “héroe-personaje”, no sea una cualidad
o hazaña en concreto sino, simplemente, su capacidad de inspirar en los demás
el deseo de convertirse en mejores versiones de sí mismos.
El anti-héroe
Por supuesto, aunque al principio fuese así, actualmente no todos los protagonistas de las historias pueden considerarse héroes en el sentido más conocido del término. Esto es el resultado de las subversivas obras de muchos autores, que se rebelaron contra el arquetipo del héroe clásico. Uno de los más famosos es Miguel de Cervantes, con su emblemático Don Quijote.
La obra de Cervantes pretende ser una parodia de las
historias de caballeros, tan populares durante la Edad Media. El caso es que a
muchas personas les cae simpático el bueno de Don Quijote, por lo que le
consideran una figura más trágica que cómica. Además, la obra de Cervantes se
ha vuelto tan icónica que, en cierto sentido, Quijote se ha convertido en un
ídolo de la cultura española. Una leyenda “made in Spain”.
A pesar de la popularidad casi heroica de Don Quijote, lo
cierto es que gracias a este tipo de obras nació un concepto que se ha vuelto
bastante conocido en la actualidad: el antihéroe. El antihéroe es el
protagonista de su historia pero no es considerado, ni mucho menos, un dechado
de virtudes heroicas. Tiene muchos defectos y sus objetivos, o métodos para
alcanzarlos, no tienen por qué ser perfectamente nobles.
Sin embargo, hasta los protagonistas antihéroes deben tener
alguna característica atrayente. Deben inspirar compasión, ser carismáticos o,
por lo menos, entretenidos. Si no nos gusta el protagonista, no nos gustará su
historia. Y es que el protagonista puede considerarse el núcleo de una
historia.
Todo tipo de
protagonistas
Por otro lado, los protagonistas, héroes y anti-héroes de
las obras ficticias no tienen por qué ser humanos. Y no hablo sólo de
semidioses, superhéroes o “metahumanos”. Un animal puede ser el protagonista de
una historia, como en el caso de “Colmillo Blanco”.
Incluso un objeto o un concepto abstracto puede, gracias al
poder de la ficción, conseguir autoconsciencia. En un famoso cuento de Mario
Benedetti, por ejemplo, todos los personajes son sentimientos humanos
personificados, y los protagonistas principales son el amor y la locura.
Protagonismo
compartido
En otras ocasiones, el protagonismo puede ser compartido
entre varios personajes. Si tenemos dos personajes protagónicos, y un personaje
es sólo ligeramente más importante que el otro,
el primero en importancia será llamado protagonista, mientras que el
segundo personaje principal será considerado el deuteragonista.
Si hay un tercer personaje principal, pero de menor
importancia que los anteriores, recibe el nombre de tritagonista.
Si hay más personajes que comparten protagonismo, se suele
decir que la obra en cuestión tiene “protagonismo coral”. Es más fácil que seguir
usando nombres raros y difíciles de pronunciar.
Juego de Tronos es un ejemplo de obra con protagonismo
coral.
En este sentido, hay tramas argumentales de estructura
compleja donde no es fácil determinar quién es el protagonista de la obra. Como
acabamos de comentar, puede darse el caso de que haya varios personajes
importantes en la historia, por lo que el personaje considerado protagonista
dependerá en gran medida de nuestra interpretación personal. O tal vez el
personaje a través del que vemos la historia no es el protagonista de dicha
narración. El caso más emblemático de esta segunda situación lo constituyen el
doctor Watson y Sherlock Holmes.
En estos casos ambiguos, el personaje que cada lector, o
espectador, interpretará como protagonista es, en mi experiencia, aquel
personaje con quien más empatice o con quien más se identifique. De hecho, hay
quienes se identifican con tanta intensidad con algún personaje, que llegan a
considerar como héroes a quienes la historia presenta como villanos o
anti-héroes.
El "Joker" suele ser considerado un villano, pero la versión interpretada por Joaquin Phoenix inspira tanta empatía, que es difícil seguir aplicándole un apelativo tan duro. Muchos consideran a esta versión del Joker como un protagonista anti-héroe en toda regla.
La importancia de la
empatía
Lo cierto es que generar empatía es una de las funciones más
importantes del protagonista, o protagonistas, de una historia de ficción. Ya sea por
mediación de un personaje dentro de la historia, que ejerce como nuestros
“ojos”, o de forma directa si el protagonista es también el personaje del
“punto de vista”, este protagonista es quien nos hará sentir el mayor número de
emociones. Su “viaje” se convertirá en el nuestro.
Por tanto, es importante fomentar la empatía del lector o
espectador con los personajes, especialmente con aquellos más importantes en la
historia. Y el primer paso para conseguir esto es, en mi humilde opinión, que
el autor desarrolle su empatía no sólo hacia sus personajes ficticios, sino
también hacia las personas reales.
Después de todo, los buenos personajes ficticios no son reales, pero lo parecen.
Reflexiones finales
En cualquier caso, muchos estarán de acuerdo conmigo cuando
digo que un buen héroe nos ayuda a creer en nosotros mismos, y que un buen
protagonista nos enseña lecciones vitales importantes. Por tanto, es mi firme
creencia que las historias no sólo sirven para entretener, sino también para
aprender a ver la vida desde diferentes puntos de vista.
Por eso, la influencia de los héroes ficticios no se queda
en las páginas de un libro, o en las imágenes de una pantalla, sino que pervive
en el corazón de quienes, tras interiorizar las cualidades positivas que ven en
sus héroes favoritos, deciden convertirse en héroes de la vida real.
Pero, ¿qué pensáis vosotros? ¿Quiénes son los héroes,
ficticios o reales, que más os inspiran? ¿Y los antihéroes que os han robado el
corazón? ¿Os gustan más las historias con un protagonista único y claro, o
preferís las historias con un protagonismo coral? ¿Qué características
consideráis propias de un héroe o heroína? Si tenéis una opinión sobre el tema
que os apetece compartir, ¡no dudéis en dejar un comentario!
Una lectura instructiva e interesante. Está muy bien leer cosas que aparte de enseñar te entretienen. Espero con interés los siguientes artículos.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Espero que también te gusten mis próximos posts
EliminarMuy interesante, espero leer más post
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
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