Blancanieves y el peligro de la envidia

 


Como muchos otros cuentos, Blancanieves es, en su aspecto superficial, un cuento bastante absurdo y algo machista. Si no nos fijamos demasiado en la trama profunda del cuento y su simbolismo, pudiera parecer que todos los problemas de Blancanieves se resuelven sólo gracias a su hermosura. Pero, si el verdadero mensaje del cuento es que belleza es la mejor virtud de una mujer, ¿por qué la bella madrastra sale tan mal parada?

La envidiosa madrastra de Blancanieves o, en otras versiones, la malvada madre biológica de Blancanieves, es el personaje que más importancia concede a la belleza femenina y, además, es la villana de la historia. Por tanto, el cuento no censura la belleza de Blancanieves, pero sí la obsesión por la belleza de su figura materna.


Por supuesto, este tipo de hipocresía no es rara en el pensamiento machista. Las mujeres deben ser hermosas pero, si dedican tiempo y esfuerzo a cultivar su belleza, se las considera vanidosas y superficiales. Según ciertos tipos de pensamientos misóginos, la belleza es, al mismo tiempo, la mayor virtud y el mayor defecto de las mujeres.

Sin embargo, yo no creo que la exaltación de la belleza sea el verdadero mensaje de Blancanieves. La madrastra es bella y estilosa, pero no dedica mucho tiempo a la belleza. Al fin y al cabo, le sobra tiempo libre suficiente para dedicarlo a la hechicería. Además, cuando más éxito tiene la madrastra en sus objetivos es cuando se transforma y se vuelve menos atractiva.

La madrastra es vanidosa y superficial, cierto, pero su error no es dedicar demasiado tiempo a los vestidos y el maquillaje, sino el creer que ser la mujer más hermosa del mundo es el único logro que importa.

Por tanto, el mensaje superficial de exaltación a la belleza de Blancanieves probablemente no sea el auténtico mensaje. O por lo menos, posiblemente no sea el mensaje original del cuento. Tal vez, tras analizar en más profundidad el cuento y su simbolismo, sobre todo el de su versión más popular y conocida, consigamos entender un poco mejor cuál podría ser el auténtico mensaje del cuento de Blancanieves.

En primer lugar, analizaremos el simbolismo de tres colores que se resaltan frecuentemente en la historia: el blanco, el rojo y el negro. En el principio de la historia, la madre de Blancanieves se pincha el dedo con una aguja o con la espina de una rosa. No nos detendremos en el simbolismo de la aguja o de la espina “penetrando” en el dedo de la madre de Blancanieves, lo siento. Este es un blog para todos los públicos.

El caso es que tres gotas de sangre caen en la nieve y, al ver el hermoso contraste entre el blanco de la nieve, el rojo de la sangre y el negro del ébano de una ventana próxima, la madre de Blancanieves desea tener una hija con la belleza de esos tres colores. Al poco tiempo del pinchazo se queda embarazada y su deseo se cumple, puesto que estos estos tres colores se asocian fuertemente a su hija.

El blanco de la nieve da nombre a Blancanieves, y se debe a la nívea palidez de la piel de nuestra protagonista. El blanco simboliza bondad, pureza, inocencia y paz, pero también debilidad y rendición. Esta debilidad del blanco queda compensada por el rojo de las mejillas y labios de Blancanieves, que simboliza fuerza, calor y vitalidad, pero también peligro y pasión, algo que ya sabréis si habéis leído mi análisis de Caperucita Roja. El blanco y el rojo se complementan describiendo, al menos simbólicamente, a una Blancanieves que es bondadosa e inocente, pero también fuerte y apasionada.

Por último, el negro del cabello de Blancanieves simboliza el misterio, la elegancia y la seriedad, así como el engaño, el miedo y la muerte.  Curiosamente, los aspectos positivos del negro se asocian tanto a Blancanieves como a su madrastra, pues ambas son mujeres serias y elegantes de alta cuna. En cambio, los aspectos negativos del negro representan los obstáculos a los que tendrá que hacer frente nuestra protagonista.

Pero el simbolismo del color no sólo se manifiesta en la apariencia física de nuestra protagonista. La manzana envenenada tiene una parte blanca, que puede comerse sin problemas, mientras que la parte roja está envenenada y es la que casi mata a Blancanieves. El rojo también se manifiesta en los zapatos de hierro al rojo vivo que ponen a la madrastra, a quien obligan a bailar con estos zapatos hasta caer muerta.

Sí, no es difícil imaginar porqué Disney decidió omitir esa parte del cuento.

Por tanto, aunque tanto la pureza del blanco como la pasión del rojo son cualidades asociadas a nuestra protagonista, el cuento nos advierte contra el peligro de dejarse llevar por pasiones desenfrenadas o imprudentes. Ya sea la envidia enfermiza de la madrastra o la curiosidad incontrolable de Blancanieves.

De hecho, algunas versiones del cuento no son tan simbólicas. En estas versiones, la madrastra, tras ver con sus propios ojos que Blancanieves sigue viva y va a convertirse en reina, no muere a causa de los zapatos de hierro al rojo vivo sino que el cuento dice, directamente, que la madrastra muere “atragantada por su pasión”.

La elección de la palabra “pasión” es curiosa, pero también la elección de la palabra “atragantada”. Y es que Blancanieves resucita después de que el trozo de manzana rojo salga de su garganta, donde había quedado atascado. Otro elemento más de comparación y contraste entre Blancanieves y su madrastra.

El siguiente aspecto que vamos a analizar son los ayudantes de Blancanieves. En las versiones más conocidas del cuento, estos ayudantes suelen ser enanos, u otros seres mágicos de pequeño tamaño como los Korrigans bretones. También existen otras versiones en las que Blancanieves acaba conviviendo con dragones en el fondo de un pozo, refugiándose con ladrones que se esconden en la espesura del bosque o en las que, incluso, es acogida por la luna.

Todos estos elementos tienen algo en común: la profundidad. Los enanitos, korrigans y bandidos suelen vivir en lo más profundo del bosque, y este bosque suele estar en lo más profundo de las montañas, los dragones han sido encerrados en el fondo de un pozo y la luna habita en las profundidades del cielo. Es decir, una profundidad “hacia arriba”.

Este elemento de profundidad es incluso más obvio en la versión más conocida de Blancanieves, pues los enanitos no sólo viven en un bosque en medio de las montañas, sino que también trabajan como mineros en profundas cuevas. La profundidad es el concepto contrario de la superficialidad, tan propia del carácter de la madrastra. El cuento nos insta a fijarnos en los aspectos profundos de las cosas, para así no quedar limitados por una visión superficial del mundo y de nosotros mismos.

Otro concepto importante en el cuento es la idea de la eternidad. O, como mínimo, el concepto de “durabilidad”. Este concepto de aquello “que perdura” se representa simbólicamente mediante el oro, y a veces también la plata, que consiguen los enanos trabajando en la mina. O los ladrones con sus robos.

Y es que el oro y la plata no son sólo metales preciosos debido a su belleza y escasez, sino también porque no se oxidan. Las joyas de otros metales, por muy bonitas que puedan llegar a ser,  acaban oxidándose y estropeándose, pero no ocurre lo mismo con las joyas de oro y plata. De forma similar, la belleza física que tanto obsesiona a la madrastra pronto desaparece, pero las buenas cualidades de Blancanieves perduran por mucho tiempo, incluso después de su muerte, pues el recuerdo de su bondad permanece en el corazón de sus queridos enanos.

De hecho, otra alusión a las virtudes “trascendentales” de Blancanieves es el hecho de que su cuerpo permanezca incorrupto después de su muerte. En muchas culturas alrededor del mundo, un cuerpo que no se corrompe tras la muerte es evidencia de santidad, iluminación espiritual y el favor del poder divino.

¿Y cómo se consiguen estas cualidades personales tan impresionantes y perdurables? Bueno, no se consiguen matando niñas indefensas, eso está claro. Se consiguen justo como el cuento nos dice: trabajando duramente en las cuevas. Bueno, las cuevas metafóricas, claro. En lenguaje directo, las virtudes importantes se consiguen observando el mundo y a nosotros mismos de una forma profunda, evitando juicios rápidos y superficiales. Sólo así comprenderemos de verdad lo que debe hacerse y lo que no.

Podría decirse que este mensaje de profunda reflexión para fijarse en lo trascendente es un poco “monacal”. Por tanto, no es de extrañar que exista tanto simbolismo religioso en la versión más extendida de Blancanieves. Nuestra protagonista huye al bosque cuando tiene siete años, donde conoce a siete enanos, que viven en las siete montañas o colinas. El número siete es muy importante en el cristianismo, pues se dice que Dios creó el mundo en siete días, sin olvidar los siete pecados capitales.

También aparecen en la historia pan y vino, sin olvidar la manzana del “pecado”. Aunque esta manzana también podría ser una referencia a la manzana de Eris, diosa griega de la discordia. Regresando a los números, también aparece con cierta frecuencia el número tres que, debido a la santa trinidad y a que Jesucristo resucitó al tercer día de morir, tiene también importancia en el cristianismo.

Con respecto al cuento, tres son las gotas de sangre que caen del dedo de la madre de Blancanieves antes de que ésta pida tener una hija con esos tres colores tan simbólicos. Y, aunque Blancanieve no resucitó al tercer día, sí que fue visitada por un pájaro distinto los tres días siguientes a su muerte. El primer día, Blancanieves fue visitada por un búho, el segundo por un cuervo y, el tercero, por una paloma.

El búho podría asociarse a la diosa grecorromana Atenea/Minerva, quien se transformaba frecuentemente en mochuelo cuando visitaba el mundo de los mortales. El cuervo se asocia a Odín, o Wotan, como se le conocía en la mitología germánica. Wotan/Odín tenía dos cuervos mascotas que volaban por el mundo de los humanos y le traían información. El último pájaro vuelve a tener simbolismo cristiano, puesto que la paloma blanca es una de las formas que suele adoptar el Espíritu Santo.

Sea cual sea la deidad que supo de la desgracia de Blancanieves y decidió enviar al príncipe, lo cierto es que su divina providencia resultó realmente efectiva.

Por último, analizaremos el símbolo del espejo mágico “que siempre dice la verdad”. Este elemento, aunque sea tan icónico y reconocible en la actualidad, no está en todas las versiones del cuento de Blancanieves. Según la investigación de un grupo de estudio en Lohr, la versión del cuento que, gracias a los hermanos Grimm y a Disney, se convertiría en la más conocida, está inspirada en la vida de Maria Sophia Von Erthal y su malvada madrastra, de quien  se decía que no apreciaba mucho a sus hijastros.

El padre de María regaló a su nueva esposa un valiosísimo espejo de Lohr. Este espejo tenía una superficie tan suave y recta, cosa rara en los espejos de la época, que se decía de él que era un “espejo parlante”, debido a que “siempre dice la verdad”. Además, este espejo tenía en su marco una interesante inscripción: “Amour Propre” Es decir, “amor propio”. Este detalle es muy curioso puesto que, ciertamente, la malvada madrastra de Blancanieves basa todo su amor propio en lo que le dice su espejo.

Aparte del simbolismo específico de este espejo histórico, los espejos en general simbolizan la “imagen” de una persona. Es decir, el espejo simboliza cómo esa persona se ve a sí misma, lo que se denomina “auto-imagen” o “auto-concepto”, pero también cómo esa persona cree que es percibida por los demás. En su lado positivo, esto implica reflexión y autoconocimiento, mientras que, en su lado negativo, los espejos simbolizan vanidad, egocentrismo y, en definitiva, la obsesión con la imagen que los demás tienen de nosotros.


Después de analizar todo este simbolismo, el mensaje que obtenemos es bastante diferente al de “la belleza es lo único que importa”. Es cierto que el cazador y los enanitos se fijan en la belleza de Blancanieves, pero no creo que esta sea la razón por la que la ayudan. Cualquiera con un poco de corazón tendría problemas matando una niña indefensa, o dejándola a su suerte, incluso aunque fuese la niña más fea del mundo.

Por otro lado, se podría pensar que el príncipe sólo se enamora de Blancanieves por su belleza pero, si queremos ser caritativos con él, podríamos interpretar que las historias que los enanos le cuentan acerca de Blancanieves también juegan un papel importante en este enamoramiento.

Por tanto, no parece que el verdadero mensaje del cuento sea un ensalzamiento a la belleza como única cualidad femenina importante. Más bien, el mensaje del cuento parece ser justo el contrario: “No te obsesiones con cosas superficiales y efímeras como la belleza, céntrate mejor en obtener cosas más profundas y duraderas: como la bondad, la fuerza interior, la elegancia… y el oro. El oro que no falte.

Es broma, es broma… Recordad, el oro es una metáfora.

En cualquier caso, ¿qué pensáis vosotros? ¿Estáis de acuerdo con mi interpretación? ¿Tenéis una interpretación diferente? Ya sabéis, cualquier cosa que queráis decir, ponerla en los comentarios debajo de este artículo.

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