Ricitos de oro y los tres osos - ¿Niña inocente o peligrosa ladrona?
Si no conoces la versión más extendida del cuento, puedess encontrarla aquí: https://arbolabc.com/cuentos-clasicos-infantiles/ricitos-de-oro
¿Sabías que, en la primera versión conocida del cuento de
Ricitos de oro, este personaje era interpretado por una anciana de pequeño
tamaño y malas intenciones? No sólo eso. Hay una fábula tradicional, titulada
“Scrapefoot”, que trata sobre un zorro
que se cuela en casa de tres osos, de argumento muy similar al cuento de Ricitos
de oro. Esta fábula podría ser un antecesor de las historias de Eleanor Mure y
Robert Southey, las primeras versiones conocidas del cuento de la vagabunda y
los tres osos.
Así pues, en la historia de Mure y Southey no es una chica
traviesa, sino una anciana vagabunda que invade la casa de los tres osos con
plena consciencia de la maldad de sus actos. Además, los tres osos no eran una
familia de osos, sino tres osos que, por una razón sin especificar, tienen
diferentes tamaños.
El cambio de edad del personaje se produjo más tarde. Joseph
Cundall, en su versión del cuento, quería una historia protagonizada por una
chica joven, pues consideraba que ya ha había bastantes historias con señoras
mayores. Hoy en día, es más bien al contrario. De esta forma, Cundall decidió transformar
a la anciana delincuente, maliciosa y malhablada en una chica joven, encantadora y de aspecto agradable.
La versión con la chica joven se volvió más popular que la
versión con la mujer mayor. Tan popular, de hecho, que la historia de “Los tres
osos” pasó, con el tiempo, a conocerse como el cuento de “Ricitos de oro y los
tres osos”. Además, en las primeras versiones, el cuento siempre se iniciaba
explicando la situación de los tres osos pero, actualmente, hay versiones del
cuento que empiezan hablándonos acerca de Ricitos de oro.
De esta forma, la anciana villana pasó a ser la traviesa
anti-heroína del cuento, mientras que los osos, que eran los protagonistas en
las primeras versiones de la historia, pasaron a ser personajes secundarios.
Esta situación, irónicamente, acerca la versión moderna del cuento a la fábula
que podría ser el origen del susodicho, puesto que en la historia del zorro “Scrapefoot”,
dicho zorro también adopta el papel de protagonista moralmente ambiguo.
Si tienes problemas para entender las diferencias entre los
pares de conceptos “héroe-villano” y “protagonista-antagonista”, te recomiendo
que leas este artículo.
En la mayoría de historias, especialmente las historias para
niños, el protagonista siempre es un héroe, y sus enemigos villanos. Pero la
protagonista de este cuento, Ricitos de oro, no es ningún dechado de virtudes,
muy al contrario de todas las otras protagonistas que hemos analizado. Incluso
Caperucita Roja, aunque sea muy ingenua, es una chica admirable que quiere
mucho a su abuela.
Ricitos de oro es quien comete la ofensa de invadir la casa
de los tres osos sin, aparentemente, ninguna razón de fuerza mayor que la
obligue a ello. Blancanieves entra en la casa de los enanitos por pura
necesidad, en cambio, no se nos da ninguna buena justificación para que Ricitos
de oro necesite entrar en la casa de los osos.
Tal vez la razón sea que Ricitos de oro no tenga casa
propia, como su predecesora vagabunda. Sin embargo, si nos guiamos por la
actitud despreocupada de Ricitos de oro, lo más probable es que su motivación
sea la simple curiosidad. Además, esa es la motivación de su posible predecesor,
el zorro “Scrapefoot”.
Según esta posible interpretación, la historia de Ricitos de
oro quedaría emparentada con la historia griega de Pandora y su caja, así como
la historia bíblica de Eva y el fruto prohibido. No obstante, Ricitos de oro se
nos presenta como un personaje revestido de cierta simpatía, pues la historia
trata su insolente osadía con bastante indulgencia. Mucha más indulgencia de la
que recibieron Eva y Pandora.
Un elemento que se utiliza para volver a Ricitos de oro un
personaje que genere cierto tipo de admiración es su pelo. Aunque Ricitos de
oro no tenga muy buena educación tiene, por lo menos, un pelo fabuloso. Aunque
hay que señalar que, al principio, su nombre no era “Ricitos de oro”, sino
“Cabello-plateado”. Luego, surgieron versiones en las que era llamada “Ricitos
plateados” o “Cabello-dorado” hasta que, finalmente, recibió el nombre con el
que hoy es conocida.
En este sentido, el oro y la plata simbolizan sobre todo la
belleza del cabello pero, dado que se intenta hacer a la allanadora de moradas
un personaje más simpático, es posible que también se tratase de aludir a otras
connotaciones positivas de los metales preciosos. Como vimos en el análisis del
cuento de Blancanieves, el oro y la plata simbolizan lo perdurable e incorruptible.
El cabello dorado, además, puede ser una referencia
indirecta a los nimbos dorados con los que se representa a muchos personajes
religiosos. Aunque Ricitos de oro no es ninguna santa, el cuento trata de
recordarnos que sigue siendo una “criaturita del señor”. Es una niña traviesa,
pero en el fondo tiene un alma buena. O al menos, eso nos quieren decir las
versiones del cuento que la tratan con más cariño.
Así que, por muy anti-heroína que sea, Ricitos de oro sigue
siendo la protagonista de la versión del cuento más conocida. Por tanto, no es
de extrañar que, a través de su personaje, se desarrolle el simbolismo más
interesante y conocido del cuento. El primer simbolismo que vamos a analizar es
el del número tres.
Para empezar, el cuento hace uso extensivo de la llamada
“regla del tres”… que no debe confundirse con la “regla de tres” que se utiliza
para resolver problemas matemáticos. Esta regla del tres a la que me refiero no
utiliza números, sino palabras, y sirve para hacer más atractivos y memorables
los discursos, las historias o, incluso, los chistes.
“Entran un inglés, un francés y un español en un bar”… O tal
vez “un chino, un coreano y un japonés”. Las nacionalidades y características
cambian, pero el número tres no.
Al parecer, el cerebro humano tiene cierta predilección por
el número tres. Si unes dos elementos, no son suficientes para crear una serie.
Dos son compañía, no multitud. Pero, si se utilizan más de tres elementos, el
cerebro tendrá más dificultades para recordarlos todos. Así pues, se supone que
el número tres tiene el equilibrio perfecto entre cantidad y calidad.
Algo de verdad debe de haber en esta creencia, pues, por
ejemplo, la conocida expresión “sangre, sudor y lágrimas” comenzó siendo
“sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas” Esta expresión proviene de un discurso de
Wiston Churchill, pero la palabra esfuerzo acabó siendo completamente omitida
en el “saber popular”, quedando así tres elementos en lugar de cuatro.
Como se ha comentado, esta preferencia por el número tres se
aplica en muchos campos relacionados con la retórica, la escritura o la
comunicación en general. Y los cuentos de hadas no son ninguna excepción a esta
regla, de hecho, mucho de los cuentos que ya hemos analizado utilizan esta
regla del tres.
Como ya comentamos, el cuento de Blancanieves tiene varias
referencias al número 3. Incluso Bella, que es la protagonista de un cuento
“artificial” y no tradicional, tiene tres hermanos varones, así como dos
hermanas lo que, contándola a ella, sumarían tres hermanas.
En el cuento que nos ocupa este uso del número tres es
incluso más extensivo. Ricitos de oro prueba los tres platos de comida de los
respectivos tres osos, pero también prueba las tres sillas y, en tercer lugar,
prueba las tres camas. Tres platos, tres sillas y tres camas. Tres series
constituidas por tres elementos.
El número tres es muy importante en el cristianismo, pues representa
a la trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero, en este cuento, el
número tres no sólo es una referencia indirecta a la divinidad, sino que
también sirve para reforzar la imagen de un punto de equilibrio entre dos
opuestos. El primer plato de comida que prueba nuestra protagonista está
demasiado caliente para ella, el segundo está demasiado frío, pero el tercero
está en su punto justo.
Este motivo del equilibrio entre opuestos es bastante
popular en mitología. Por ejemplo, Ícaro, el hijo del legendario inventor
griego Dédalo, fue instruido por dicho inventor a no volar con sus alas
artificiales demasiado cerca del sol, porque la cera que mantiene las plumas adheridas
se derretiría, ni demasiado cerca del mar, porque la espuma mojarían las alas.
Aunque esta segunda parte del consejo es frecuentemente omitida, ya que el
fallo que finalmente cometió Ícaro fue volar demasiado alto, no demasiado bajo.
El también griego Faetón, en cambio, si falló en ambos
aspectos, por volar demasiado alto y luego demasiado bajo. Nuestro protagonista
era hijo de Helios, dios del sol, pero nadie creía que él tuviese tan insigne
ascendencia. Para probar que era hijo de Helios, Faetón le pidió a su padre que
le dejase conducir el carro que transporta el sol a través del cielo, sólo por
un día. Helios intentó que desistiese de dicha idea, pues era demasiado
peligrosa, pero su hijo logró convencerle. Así que Faetón se puso al mando del
carro… y fue un auténtico desastre.
Faetón perdió el control de los caballos de su padre y voló
demasiado cerca de las estrellas, dejando la tierra demasiado fría. Luego, tal vez por sobrecompensación descontrolada, o por
chocarse con alguna estrella, Faetón cayó en picado a la tierra, calentándola
demasiado y creando el desierto de África. Por suerte para la tierra, y por
desgracia para Faetón, Zeus intervino, deteniendo el carro con uno de sus rayos
y matando a Faetón en el proceso.
Debido a este mito, llamamos a cierto tipo de carruaje
descapotable “faetón”. También hay un coche del grupo Volkswagen llamado
“Phaeton” pero, teniendo en cuenta el desgraciado destino del susodicho, no me
parece un movimiento de marketing muy inteligente, la verdad.
Muchas ciencias han usado esta metáfora de Ricitos de oro,
que muestra el equilibrio entre opuestos de forma tan imaginativa y sencilla, para
explicar algunos de sus principios. En astrofísica, por ejemplo, “El principio
de Ricitos de oro” se refiere a la distancia adecuada entre un planeta y una
estrella para que en dicho planeta pueda haber agua en estado líquido y, por
tanto, vida. Si está demasiado cerca, toda el agua se evapora mientras que, si
está demasiado lejos, toda el agua se transforma en hielo.
No obstante, este punto de equilibrio entre opuestos puede
ser muy relativo. Para papá oso, su silla tiene la blandura perfecta, y para
mamá oso su silla tiene la dureza ideal, pero Ricitos de oro y el oso bebé no
estarían de acuerdo. Asimismo, creo que el hecho de que Ricitos de oro siempre
prefiera los elementos que pertenecen al oso pequeño, o al oso cuya estatura y
circunstancias más se parecen a la suya, tiene cierta importancia.
No es que el plato, la silla y la cama del oso pequeño sean
la mejor desde un punto de vista objetivo, sino que son la mejor para el gusto
de Ricitos de oro. De forma similar, casi ninguna cosa es objetivamente mejor
que otra, sino más o menos adecuada para un determinado propósito o en un contexto
concreto.
Este equilibrio entre opuestos puede, incluso, llevarse al
ámbito de los roles de género. En las primeras versiones del cuento, los tres
osos son todos varones. O, al menos, de género indefinido. Sin embargo, en las
versiones modernas del cuento, los tres osos son una familia de osos. El oso
papá podría representar la masculinidad, el oso mamá representaría la
feminidad, y el oso bebé… bueno, en algunas versiones, el género del oso bebé
no se especifica, mientras que en otras es un oso varón.
En cualquier caso, lo importante es que Ricitos de oro no
prefiere ni las posesiones masculinas de papá oso, ni las femeninas de mamá
oso. Prefiere las del bebé oso, cuyo género no está definido o, al menos, no
plenamente desarrollado.
Esto, tal vez, nos quiera decir que no conviene seguir los
roles de género de forma rígida. Si queremos una existencia equilibrada, todos,
sin importar nuestro género, debemos compaginar características que se
consideran masculinas, como la fuerza, el valor y la asertividad, con
características que se consideran femeninas, como la amabilidad, el altruismo y
la compasión.
Ya sabéis, ahora es vuestro turno de hablar sobre el cuento.
¿Pensáis que Ricitos de oro es una delincuente juvenil que merece un mayor
castigo? ¿O tal vez pensáis que los tres osos son unos idiotas que deberían
invertir en una mejor seguridad doméstica? Cualquier cosa que queráis decir,
dejadla en los comentarios.
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